Lo primero que hay que tener en cuenta antes de regalar un tatuaje a una persona es que esa persona quiera hacerse un tatuaje. No se trata de unos pendientes que se pueda poner un día y sacárselos al siguiente si no le gustan o de un vestido que se pueda cambiar. Un tatuaje es un regalo para toda la vida y estará en la piel de la persona para siempre.
Por ese motivo lo mejor es dejar que sea el agraciado o agraciada quién escoja el motivo del tatuaje. Quizás a nosotros nos parezca muy bonito que nuestra novia lleve una mariposa en el tobillo, pero ella puede preferir otro tipo de dibujo o tatuarse otra parte del cuerpo.
Respetar la personalidad de quién recibe el regalo es una premisa básica para acertar siempre, pero en este caso particular es fundamental permitir que participe desde el primer momento en la elección del tatuaje.
Un buen tatuador, con todas las garantías
Si vamos a escoger nosotros al profesional, es importante que no nos guiemos únicamente por el precio. Acudir al estudio de un tatuador con buena fama, que hayamos podido ver sus trabajos y que sepamos que trabaja cumpliendo rigurosamente todas las normas de higiene y de protección nos garantizará que no va a haber disgustos o infecciones posteriores.
No hay nada más desagradable que ir con ilusión a hacer un tatuaje y encontrarse un garito inmundo dónde alguien con aspecto desaliñado le pide al cliente que se siente en un viejo sofá y se prepare para que le grave sobre la piel un dibujo permanente.
El motivo es importante
Tampoco es de buen gusto regalarle a tu pareja un tatuaje y pedirle a continuación que este lleve tu nombre o tus iniciales. Tatuarse el nombre de una pareja es quizás el motivo más habitual de tener que realizarse tatuajes de cobertura, solo superados por los dibujos de poca calidad que algunos se hacen tras una noche de fiesta. Y un tatuaje que tape un trabajo anterior no es precisamente un trabajo sencillo ni barato.
Todos esperamos que el amor sea para siempre, pero como no tenemos garantías de que eso sea así, mejor no exigir ni dar ese tipo de pruebas que lejos de ser románticas resultan horteras y bastante irresponsables.
Así que si quieres de verdad regalar un tatuaje a alguien que lo desea realmente, deja que esa persona decida libremente que ponerse. Tú se lo habrás regalado, habrás hecho posible que lo lleve y solo por eso ya le recordará suficientemente a ti, sin necesidad de que añadas fechas o letras.