Por aquello de “dar contraste”, y porque no nos cae tan mal nuestro cuñado como a veces damos a entender, vamos a cambiar radicalmente de tercio y vamos a hacerle un regalo que no olvide nunca ¿Qué le vamos a regalar? Pues nada, un fruslería: alguno de los regalos más caros del mundo… Somos así: generosos.
Para empezar, y como sabemos que, en más de un sentido, aún no ha abandonado la… juventud temprana, le vamos a dar un futbolín. Uno fabricado en Austria, cubierto de cristales que cuesta sólo 150.000 euros. Después de todo lo que le hemos dicho, se lo merece. Pobrecito.
Claro que, para juguete que le va a gustar, un “Maybach Exelero”. Sólo son cinco millones de euros por el coche más caro del planeta: casi seis metros de berlina a trescientos cincuenta por hora tienen que hacerle ilusión a un tipo que tiene menos detalles de que SEAT Panda antiguo que conduce. Eso sí: la gasolina, que se la pague él.
Tecnología punta. Y cara
Más “detallitos”: un iPad de oro macizo con incrustaciones de ammolita (un mineral de hace75 millones de años), diamantes y hueso de tiranosaurio rex. No nos lo estamos inventando: se llama iPad Gold History Edition, sólo existen dos en el mundo y cuesta, cada uno, 5,6 milloncetes de euros. Un caprichito para un tipo que no sabe siquiera manejar el DVD.
Una de las virtudes de nuestro cuñado es que es terriblemente puntual. Uno de los defectos es que lo es gracias a un reloj-calculadora de esos que ya en los ochenta eran de museo de los horrores y antología de la horterada.
Pues mira, lo vamos a actualizar con una maravilla de la marca Hublot: el reloj más caro del mundo: la cantidad de minúsculos diamantes que lleva suman un total de 140 quilates. Están engastados en oro blanco –casi completamente tapado por los brillantes- y hacen que el conjunto cueste sobre cuatro millones de euros.
Un brindis muy lujoso
Aunque el hombre sea un gran amante del vino Gran Duque del Cartón, seguro que nuestro hermano político sabe apreciar un buen vino, más allá de aquéllos cuya única finalidad es desinhibir a las futuras parejas en los botellones, mezclaos, por el bien de los hígados, con un refresco de cola.
Es por eso que vamos a terminar –por ahora- este repaso de los regalos más lujosos del mundo para caballeros (o lo que sea nuestro cuñado) con un vino un tanto “carillo”: Chambord Liqueur Royale de France, una botella que hunde sus orígenes en la tradición medieval, para un caldo extraordinario.
Volveremos con más
Claro que lo caro es el envase: desde este recipiente, más de 1.100 diamantes nos contemplan. Y perlas y dieciocho quilates de oro… Creemos que el casco no es retornable, aunque, si alguien quiere reciclarlo, nosotros nos encargamos.
Con esto, además de ponerle los dientes kilométricos a nuestro hipotético agasajado, damos por concluida esta primera entrega sobre los regalos más caros del mundo. Habrá más, en cuanto encontremos la VISA que parece ser que ha salido huyendo para hacerse con el primer billete a Kuala Lumpur.