Lo cierto es que estás cansado de regalar siempre lo mismo. Algunos de tus amigos saben qué día es por la tienda a la que entras; y algunos de tus comerciantes piden al proveedor tal o cual cosa porque saben que el día equis vas a ir tú.
Pues ya basta. Así, sin exclamaciones ni alharacas. Simplemente ya está bien de ser tan previsible que puedan poner en hora el reloj atómico de Suiza sólo fijándose en qué hora es cuando sales comprar el pan. Vamos a cambiar un poquito sin abandonar los gustos de tus amigos.
Por ejemplo, sabes que tu amigo Argimiro es un fantástico ejecutivo, de modo que, hasta ahora, le has ido regalando la corbata más elegante que puede encontrarse en el mercado –no es culpa tuya que las normas de la elegancia dicten que el fondo de la tela de una corbata ha de ser verde y llevar payasitos de color rojo: si no se la pone es que tiene unos gustos algo anticuados.
Llegar a tiempo y con la sonrisa puesta
Pero este año vamos a sorprenderlo con otro regalo utilísimo a la vez que original: a Argimiro le gusta llegar a tiempo a sus reuniones, pero a veces le cuesta acabarse el desayuno a una hora aceptable, con lo que se ve obligado a forzar la mecánica del BMW. Vamos a solucionarlo:
¿Por qué no le regalas un reloj de cocina? Eso sí: algo original. Por ejemplo, uno que juegue con la percepción. Así, a bote pronto, te daremos una idea: existe un reloj de cuya esfera parecen ir desprendiéndose mariposas. Original. Divertido. Distinto. No es una corbata.
Para despistados agudos
Argimiro está listo. Ahora toca Hermengarda: tan despistada que todos los años has de recordarle cuándo es su cumpleaños, para que no se olvide de invitarte. En agradecimiento, cada uno de sus aniversarios le llevas una sortija para que se la cambie cuando tenga que acordarse de algo. Pero siempre se olvida dónde las deja.
Vamos a devanarnos los sesos y a revolver en la Red, a ver qué se nos ocurre (…) ¡Ya está! Alguien con un despiste del calibre cuatrocientos veinte (gallifante para quien sepa qué arma tenía ese calibre) seguro que se olvida constantemente de dónde ha dejado las llaves (materile-rile-rile). Pues le regalas un localizador de llaves.
Tú siiiilbame… y ya voy
Se trata de un llavero que responde pitando e iluminándose ante un silbido o una palmada. Este gadget suele responder a una distancia de entre siete y diez metros, de modo que ya no tendrá que decirte que se ha quedado sin llaves y que no puede salir de casa cuando la invites a un café para contarle la última peli laosiana que has visto en el cine en su versión original y con subtítulos.
De momento, dejamos aquí las ideas sobre regalos sorprendentes. Pero no te preocupes: sabemos que, a lo largo de los próximos meses cumplen años Eufrasio, Ginesa, Adelmo y José (este último no es demasiado amigo, pero bueno, algo encontraremos para él).