Será porque en casa todos llevamos gafas que no se me había pasado por la cabeza que le puedan acomplejar a nadie. De modo que cuando vi a mi amigo Jero sin ellas me quedé un poco… extrañado. Y más extrañado aun cuando le vi los ojos azules.
Es cierto que, además de algo tonto, soy un poco cegato, pero aún distingo los colores.
– ¡Pero chico! –le dije- No te basta con ponerte lentillas, que encima las usas de colores.
– Ya ves: estaba harto de lo de “Cuatro ojos”, “Lechuzo”, “Búho miope” y esas lindeces –sólo mi amigo Jero es capaz de usar la palabra “lindeces” con naturalidad-. Ahora, salgo por la noche y casi todos los días vuelvo acompañado…
– ¡Vaya! ¿De verdad?
– Sí: casi vuelvo acompañado los jueves, casi vuelvo acompañado los viernes, casi vuelvo acompañado los sábados…
– Eso pensaba yo… ¿Y son muy incómodas las lentillas?
– No, no: todo lo contrario. Te las pones por la mañana y hasta que te acuestas te olvidas de ellas.
– Pero la limpieza…
– Nada, sencillísima. Las dejas en líquido, en el portalentillas, y te olvidas del tema. Hablando de olvidarse: no te olvides de que el día quince es mi cumpleaños: ¡lo vamos a pasar en grande!
A la caza del regalo original
Le respondí con el “No, claro, cómo me iba a haber olvidado” menos convincente de la Historia, nos despedimos y me fui a mi casa a darle vueltas a ver qué regalo le podía comprar a Jero… Algo relacionado con su nueva (y mejorada, para qué vamos a engañarnos) imagen…
¡Bingo! ¡Un portalentillas! Pero, claro, tenía que ser un regalo original, no los dos botes circulares blancos sobre un soporte de plástico… ¡Ag! ¡No! ¡Feo!… De modo que me puse manos a la obra… Y, al poco rato, di con él.
Un pájaro maravilloso
Es, simplemente, perfecto: la base, verde, tiene la forma de la cara de un búho, con una pequeña pirámide que hace las veces de nariz. Los ojos del ave son los recipientes donde van las lentillas, marcados perfectamente para que se diferencie sin problema cuál es la derecha y cuál la izquierda (no como en el Congreso de los Diputados).
Un portalentillas “Búho verde”, original, por apenas 4,07 euros -¿es o no es una ganga?- para recordarle a esa especie de Brad Pitt recién descubierto en que se ha convertido Jero sus orígenes como tipo del motoncete, de los que han oído varios millones de veces la frase “mejor seamos amigos”.