¿Estás harto de que no dejen de llamar a tu casa para venderte enciclopedias o quieran visitarte los majetes Testigos de Jehová? ¿De que tu madre diga que sólo vas a su casa a dormir y comer? ¿Qué te parecería poder dar un mensaje a estos molestos visitantes sin la necesidad de tener que abrir la puerta de tu hogar?
Hoy te traemos un regalo que te vale tanto para regalar a amigos y familiares como para darte un buen y necesario capricho. Unos divertidos y reivindicativos felpudos con los que dejar, mínimo, descolocados a tus visitantes. Pero que a más de uno sacara una sonrisa.
Contra comerciales
Y es que quién pudiera poner, aparte de un felpudo, un contestador telefónico que contestara por nosotros cuando nos llaman a las 4 de la tarde para presentarnos una nueva oferta.
Si tú también estas harto de que te bombardeen con publicidad hasta en la puerta de tu propia casa, te recomendamos corras y te hagas con uno de estos felpudos y ya que abres, sepan desde el minuto cero que no, “gracias, no queremos cambiar de compañía”.
“Esto no es un hotel”
Gran frase donde las haya de madre. No creo que haya un regalo tan significativo y la par que cachondo para regalar a tu madre, después de tantos años con la misma cantinela cada vez que llegaba el fin de semana y te ibas de parranda sin pasar por casa.
Un felpudo que haces a las veces de carta de precios, para que ya que tu madre tiene ese concepto de ti, puedas pagarle también a un precio bastante asequible que te puedas permitir.
Advertimos que estos son unos de esos regalos que o pueden caer en gracia o buscarte una colleja (de) madre. Pero aun así, merecerá la pena solo por ver la cara de tu madre ante el presente.
Para padres de niños hiperactivos
Seguro que tienes alguna pareja de amigos que ya han dado el salto de ser padres. Y los cuales pecan de padres enrollados dejando que su “angelito” experimente a sus anchas, sin castigos, siendo permisivos para no pecar de estrictos como lo eran sus progenitores.
Creo que es el momento de decirles que su adorable hijo es un verdadero canalla. Y que todos debemos al final sufrir de sus maléficas ocurrencias, sin más remedio que morderte la lengua y sonreír.
Es la hora regalar, sí, pero con cierta mala sombra que es lo que más nos gusta. El ser así de puñeteros.