Se acercan esas fechas en las que todos somos felices por decreto ley ¿Todos? ¡No! Como en los tebeos de Asterix, queda un pequeño reducto rodeado de la invasión, en este caso, navideña que resiste y resistirá siempre al empalagoso Espíritu de la Navidad.
Es una aldea de verdaderos irreductibles que considera que los Reyes Magos son unos vagos miserables que sólo trabajan una noche al año y, encima, van cómodamente montados en camello, mientras sus pajes dan la vuelta al mundo a pie.
¿Y Papá Noel? Ese es otro. Además, los Reyes tienen, al menos, la decencia de comprar los regalos. Ese gordo que viste como un gorila daltónico en pijama, con su gorrito y todo, tiene a los pobres elfos esclavizados todo el año en su taller. Y ni siquiera les paga.
Si los niños supieran…
“Jou, jou, jou…” Ríete gordo miope, pero que sepas que Mamá Noel está liada con el Rey Baltasar. Además, una asociación ecologista ha liberado a los renos. Esta Navidad vas a tener que enganchar gatos al trineo, o tirar tú de él.
La ilusión de los niños “¡Ay qué ganas de que llegue Papá Noel!” “Mamá, ¿falta mucho para que vengan los Reyes?” Si los niños supieran quién les trae los regalos, iban a tener pocas ganas de portarse bien. Total, peores que los tipos que se los regalan, no van a ser.
Combatir el fuego con fuego
De hecho, parte de los niños van a ser nuestros aliados en la lucha. Concretamente, esos que le pidieron una bicicleta, un poni y la X-box a Papá Noel o a los Reyes y éstos, aduciendo que el nene había sido malo, le trajeron un jersey de lana, muy calentito, eso sí, o un montón de carbón.
Lo que pasaba era que no les había dado tiempo a los elfos a fabricarlo todo, de un lado, o a los pajes a comprarlo, si el niño se lo había pedido a esa mafia del regalo que son los Reyes Magos. He dicho bien: mafia. Son capaces de influir en la demanda de uno u otro juguete y por lo tanto en su precio. Es que tienen un cuñado publicista.
E.P.U.C.A., medidas extremas
Pero el E.P.U.C.A. (Elfos y Pajes Unidos Contra el Absolutismo) va a hacer que todo cambie. De momento, ya les hemos pinchado las jorobas a los camellos y hemos sustituido las riendas del trineo por regalices.
Eso sí: el golpe de gracia llegará con una campaña publicitaria. En ella, haremos creer que en la Navidad se celebra el nacimiento de Cristo y (no es que seamos malos, es que hay que tomar medidas desesperadas) mentiremos a los niños diciéndoles que Papá Noel y los Reyes Magos son, en realidad… ¡Los padres!
Aunque no sé si se lo van a creer.