Los gadgets, la respuesta más rápida

¡Horror! Otro cumpleaños en la familia política y nosotros sin tener ni idea de qué regalar ¡Venga a visitar tiendas!; hala, a informarnos de qué le gusta a ese cuñado de quien no vemos las cualidades que nuestra hermana tanto canta. Navegando por la Red, damos con la respuesta: ¡un gadget!

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Pero ahora damos con otro, en este caso bendito, problema: la variedad de ideas. Es más: vamos a darnos el gusto de regalarle atendiendo sus defectos y que no tenga más remedio que agradecéroslo (sí: somos malos… muy malos).

Alegrando despertares

La santa de nuestra hermana nos dice que su marido se levanta invariablemente de un humor… tormentoso. Alegrémosle la mañana con una ducha cuyos chorros estén iluminados con luces led. El aparatito funciona de la siguiente manera: según abramos más o menos el grifo de agua caliente o fría, el marcador digital nos indica la temperatura.

Según el número de grados centígrados que marque el termómetro, el agua se tiñe de uno u otro color, por si el hombre se ha dejado las gafas en la mesilla de noche: azul si está por debajo de los veinticinco grados; verde entre treinta y cinco y cuarenta y cinco; y – a ver si se escalda-, rojo cuando el líquido pasa de cuarenta y cinco grados.

¿Un cafecito?

Una vez limpio y despejado, por lo que podemos saber, nuestro cuñado sigue siendo incapaz de una conversación en un tono normal antes de su primer café. Vamos a aliviarle el amanecer a nuestra hermana con el siguiente gadget:

Se trata de un calentador de una taza hub con USB. La idea es volcar el café y la leche en la taza, conectarla al ordenador y esperar un par de minutos. Que no se diga que sus malos modos se deben al “mal café”.

Siempre hay alternativas

Con todo, puede ser que no consigamos mejorarle el despertar al… caballero (de hecho, es posible que lo suyo sea de nacimiento). Recurramos a otra vía: regalémosle a nuestra hermana otro gadget muy útil, como es el caso de una radio para la ducha. Que se meta debajo del agua –transparente o no- y suba el volumen.

Es más… Puede que estos gadgets sean demasiado buenos para nuestro hermano político, por muchos que nos riamos comprándoselos. Lo mejor que se puede hacer es regalarle lo mismo que cuando no lo conocíamos: convenientemente envuelta en un paquete invisible, una gran porción de nada.