En estos momentos, mientras escribo, me estoy metiendo entre pecho y espalda una lata de cerveza de medio litro cuyo precio ha sido de unos cincuenta céntimos de euro. Vamos, que si alguien me la regala empiezo a preguntare dónde está el regalo en serio o en qué lugar han instalado la cámara oculta.
El caso es que soy un cervecero convencido (bueno, y un vinatero, y un agüero, y un gourmet… al que todo lo que pueda proporcionarle placer en el paladar le gusta. Pero hablamos de cerveza). Y aunque me beba y me quite la sed una “Holbrand” de a euro el litro, me gusta esta bebida (néctar del Demonio, más bien) y saber más sobre ella.