Ayyy… Benditos gritos de tu madre cuando te llamaba a grito pelao, mientras que tú, niño e inocente, lo flipabas con un muñequillo saltarín. Vamos, un muñeco porque donde tú veías a Súper Mario cualquier niño de ahora solo ve tres cuadrados superpuestos.
Y es que ese fue el juego más revolucionado de aquella época. Y la Súper Nintendo la videoconsola. El regalo estrella para todos los niños que hacían la comunión, los mismos que esperaban los domingos para jugar todo el día y se combinaban trucos a la vez de juegos entre los amiguetes.